APORTACIÓN A LAS FUERZAS ARMADAS II


 

PRENSA 

El General Alamillo consideraba la prensa como un cuarto poder, expresando textualmente “…en las modernas democracias se considera todavía al periodismo como una fuerza nacional que. mientras no rebase los límites marcados por la ley, debe ser respetada por las autoridades del Estado…”.

De igual forma mencionaba que “…La prensa sin un conocimiento completo puedes ser muy peligroso consejero del pueblo…” de ahí reviste la importancia que tanto le dio a la REVISTA DEL EJERCITO Y DE LA MARINA, así como al periódico EL NACIONAL

El general Alamillo conceptuaba que La REVISTA DEL EJERCITO Y DE LA MARINA, estaba redactada para individuos cultivados y absolutamente capacitados para entender, apreciar y, en debido caso, criticar cuanto en dicha revista se inserta.

Y por parte del periódico EL NACIONAL, contenía una columna que merece ser considerada especialmente. Ya que constituía un verdadero enlace intelectual entre los componentes de la nación, el vínculo entre personas de alto nivel cultural y el ámbito militar.

Si bien la Revista del Ejercito y Marina apareció en 1906 dedicada en sus orígenes a diseñar las reformas que se implementarían en distintos sectores del instituto armado, redactar los reglamentos a que debían sujetarse los militares y marinos, y establecer las normas bajo las cuales los comandantes de las armas del ejército debían realizar sus maniobras tácticas, tanto con fines de instrucción como para combatir a un enemigo. 

Es por ello, que la Sección de Prensa en sus inicios es incorporada a la Dirección General de Educación Militar, donde se lograron dos fines; la unificación del criterio militar en materia de ética y didáctica; y la posible transformación de un organismo que debería vincularse a los nuevos sistemas de trabajo que se desarrollan en la Dirección General de Educación Militar.

El General Alamillo consideraba que la Prensa Militar debería presidir su constitución en servicios por medio de órganos militares de información y de estudio, con capacidad para exponer, comentar y criticar hechos y doctrinas, no sólo en un terreno estrictamente técnico, sino en el más amplio de la cultura. 

Debido a la visión del General Alamillo y con la creación de la Escuela Superior de Guerra, en 1932 la Sección Prensa pasó a depender de la Dirección de la Escuela Superior de Guerra dejando sentir la necesidad de una transformación en la "REVISTA DEL EJERCITO Y DE LA MARINA", “…por el grado superior que ocupa en el terreno cultural; por ser la más alta tribuna de nuestro Ejército, para la propagación de sus ideales y la expresión de su criterio; por tratar de asuntos de interés general, lo mismo de índole nacional que extranjera…”. 

La Sección de Prensa, más tarde denominada Oficina de Prensa Militar, fue provista de elementos de real valor y al propio tiempo, responsables de sus publicaciones. El cuerpo de redactores se integró, casi exclusivamente, por especialistas en cada materia. Profesores y periodistas profesionales.



ORGANIZACIÓN DEL ESTADO MAYOR

Recordando el contexto histórico, y como consecuencia de un periodo álgido dictatorial, la evolución de los pueblos siempre viene acompañado de un aumento o disminución de sus fuerzas armadas. En el caso de México, el Estado Mayor no conceptuaba ese nombre, era denominado Comisión de Estudios Militares con una sección de Estado Mayor. 

Si bien, en nuestra Ley Orgánica del Ejército, prevé, desde el año de 1925, la creación de órganos de mando superior, considerando, entre ellos, el Estado Mayor del Ejército, la inspección General del Ejército y la Dirección de Material de Guerra. Existía una organización, pero no con ese nombre ni con esa estructura. 

Por lo que el General Alamillo, considera que era el momento idóneo para la creación de un Estado Mayor, desde el punto de vista social y político que confirmaría la ideología revolucionaria e institucional donde se prevé la separación que debe existir entre la acción política del gobierno de la república y la función técnica del ejército. 

Existía la polémica sobre la forma de cómo debe llevarse a cabo la organización del Estado Ma­yor del Ejército.

 

El General Alamillo refiere que: “…Si bien, la parte profe­sional es fundamental, considero que no es, sin em­bargo. la más importante, a pesar de que algunos afirman (a nuestro juicio erróneamente) que la creación del Estado Mayor del Ejército debe considerarse como la consumación del militarismo en México. La creación del Estado Mayor del Ejército, servirá para iniciar una definitiva y saludable era institucional…”. 

Defendió la postura de que dicha reorganización debía sentar las bases de nuestra doctrina militar con obje­to de indicar La manera de organizar, instruir, armar y emplear las fuerzas militares de la nación.  

El 7 de agosto de 1937 la Subsecretaría de Guerra y Marina, le gira el oficio número 05167, Expediente JK/24/3, a fin de que se trasladara a las Oficinas Superiores, Comisión de Estudios Militares, Sección de Estado Mayor. En este oficio se me señalaba por la Superioridad y como tema de estudio que: “en caso de que se ordenara la inmediata creación del Estado Mayor del Ejército, qué organización se le debería dar y qué programa de trabajos podría desarrollar, dada la situación actual del Ejército y del país”. 

Por lo que propuso que la organización del Estado Mayor del Ejército debía efectuarse en tres etapas de duración variable.

La primera, cambiando la denominación hasta hoy dada a la Comisión de Estudios Militares, por la de Estado Mayor del Ejército,

La segunda, ajustando convenientemente el funcionamiento de este organismo a la forma clásica de Subjefaturas y Secciones.

La tercera etapa comprenderá la total organización del Estado Mayor, como cuerpo consultivo de la Secretaría de Guerra y Marina y órgano coordinador de la marcha técnica del Ejército, haciendo desaparecer los organismos esporádicos que aun sub­sistían y que fue necesario crear, por la fuerza misma de nuestra naciente vida administrativa. 

Como aspectos complementarios señaló:

La importancia de la Aeronáutica y a la Ar­mada, que en México todavía no consideraba su subdivisión al grado de fuerzas armadas y debería de plantearse dentro de la organización del Estado Mayor del Ejér­cito. 

Otro aspecto era la guerra química (prohibida en los convenios de Ginebra); pero como, no obstante, esta prohi­bición, todas las naciones se preparan subrepticia­mente para atacar y defenderse por este medio, con­sidero que en México este aspecto bélico no debe descuidarse: más no por ello debe darse a conocer públicamente la existencia del organismo que se en­cargue de estos trabajos.

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